Así es.
Cada uno su
concierto, sordos y
ciegos.
Las mismas
notas, las mismas escondidas
en la mirada del que grita en silencio,
en los automáticos pasos de la gente con prisa,
en el llanto de una madre,
en el sudor de un padre,
en el claxon de un taxi y en la replica obstinada de otro coche
y sus motivos,
en la resurreción de una ambulancia que avanza
entre la chapa y la compasión del tráfico,
en el numero de veces que respiran silabas tus labios
susurrando el frio,
en el tullido chirrido de un andador cualquiera
rasgando canas el viento al tempo de un fin de fiesta
que no quisieras;
las hojas, los besos, los rios, el mar, las olas, la risa,
el chapoteo del que comienza a andar en la orilla
y se cae y se levanta;
y se cae y se levanta;
el trueno,
una hoguera donde chascan las palmas
de los que se quieren y se juntan,
las gotas bailando en el cristal de cualquier parabrisas,
la llama de una vela que cumple años si se apaga...
las mismas notas, las mismas,
escondidas
en una ciudad sin esquinas ni balcones.
Escucha,
escondidas
en una ciudad sin esquinas ni balcones.
Escucha,
Tu piel responde si llega ahi,
donde nace la vida.
Peajes invertidos tus poros
Peajes invertidos tus poros
que componen un escalofrio para ti,
vello, bello.
vello, bello.
La vida es una sinfonia,
la sienten las
flores,
el
agua y tu pecho:
¡Escucha!
El alma
es una guitarra,
tus cuerdas y las mias
las mismas.
Deja que te rasgue los pequeños detalles
de otras manos
que la sienten sin envidia.
Deja que te rasgue los pequeños detalles
de otras manos
que la sienten sin envidia.
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