De agua,
la puerta de
esta casa es
de agua;
Cayendo hacia arriba, buscando el
trueno
antes de que
agriete la ausencia,
invirtiendo la simetría
imperfecta de un
beso sin destino.
Te mojes de
vida al pasar. Te
espero dentro:
Felpudo de tierra,
hambre y herida,
grita bajo tus
pies
aguantando tu peso. Recorre
tu cuerpo el
espanto
como ráfaga de
fuego
un laberinto ansiando
la salida,
quemando las malas
hierbas y la
culpa,
segando las sombras
del barro y
el vino.
Entra húmedo el
capricho.
Construyes
pasillos
a la velocidad
de la expectativa.
Un charco bajo
tus pies te
recuerda el frio.
Se elevan paredes
ante ti de
mí.
Empiezas sonreír- sonrío-.
Vertiginoso el oxígeno
siembra en tu pecho la incertidumbre,
vaticinando en tu
boca un inminente
suspiro.
Sin ser
más rebelde que
un remolino entre la
piel
y el
tiempo
te pierdes en
la nada de
un cajón vacio.
Cruje la madera
y la decepción
se evapora
en su diminuto
habitáculo
y ahora está
lleno de distancias relativas
como tú y yo si siempre te pienso.
Te das la
vuelta, el entusiasmo te
ahorra pasadizos secretos
y mundos mágicos
al otro lado
de cualquier armario:
Ante ti, un
valle que arde
en una silenciosa
armonía
Donde se intuyen
los colores a ciegas,
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