Lo dicho
queda dicho en
la panera vacía.
Lo que
queda por decir,
un niño sin
hambre.
Ni es
la idea, ni
el concepto,
es el
soplo de infancia
envenenado
que todavía
hoy aromatiza, porque
sí,
de padres
nuestros y reyes
en las paredes,
la libertad teatral
que nos
desautoriza.
No sabemos
si la culpa
fue del paredón
o de aquella
suerte
del sitio
y la hora.
Amanecerá siempre, es
el lema del
valiente,
y el caído,
la luz
que alumbre.
Ni se
levanta la mano,
ni se
levanta temprano la
honestidad del que
puede.
Ni se
echa a andar,
ni se
sienta uno a
escuchar lo que
siente.
Lo dicho,
queda dicho en las terrazas
llenas.
Lo que
queda por decir,
se dice en compañía,
y
dura lo
que dura la cerveza
y los
metros que restan
para llegar a
la almohada.
Los vecinos
ni son
los de la
sal y el
aceite a deshora,
ni a
deshora pasa de
moda para el
ladrón.
Se infravalora
soñar por soñar , y
al que se
acuesta con el día.
La
importancia del corte
de pelo...
Prefieres no
recibir a dar. Prefieres dar
a cambio de
algo.
Pretendes algo
cuando callas, prefieres
callarte cuando te
hieren.
Te quieres
lo que a
tu reputación
y te
avergüenza saberlo.
Nadie puede
escribir un instante
de su vida
en la historia
si no
está dispuesto a
dar su vida
por un momento
que quizás nunca
llegue.
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